Era un arma blanca que portaban algunos capoeiristas en los embates de calle. Este nombre en la capoeira actual también sirve para designar un golpe de codo.
Las primeras se construyeron con las hojas rotas de los sables, o extrayendo el recurso del acero de materiales como los raíles del ferrocarril, los ejes de los carros, las herramientas, los resortes de automóviles…etc. Para los mangos se usaban cuernos, huesos, plata, latón, marfil…etc.
Los bandidos ejecutaban a sus víctimas poniéndolos de rodillas y perforándolos entre la clavícula y el cuello hasta que la faca alcanzaba el corazón, en otras ocasiones los atravesaban por la espalda. Entre los bandoleros se contaba que cuanto mayor fuera su rango o prestigio, mayor tenía que ser su faca. Como ejemplo cito al famoso Lampião, que se dice que poseía una faca de 87 cm. En cambio otros bandidos no se arraigaban a estas reglas y preferían llevar un arma con dimensiones más limitadas que permitiera portarla con facilidad en el cinturón.
En las calles de la ciudad estaban acostumbrados a llevarlas colgando del cinturón o debajo de la axila, enfundada en un chaleco especial para este tipo de armas, incluso había una minoría que la llevaba en una liga. Algunos sacerdotes también eran portadores de facas bajo la excusa de protegerse de los peligros de las calles, estos en cambio, la ocultaban bajo la sotana.
Los que tenían mayores riqueza encargaban las facas a famosos artesanos, que les creaban diseños especiales con empuñaduras de marfil, de oro o de plata.
Existían diferentes estilos y diseños conocidas con distintos nombres. La tipología y nomenclatura era muy amplia;
El punal, que tenía los con bordes romos.
La Peixeiras o lingua de peba, un cuchillo con tres cuchillas afiladas.
La lambedeira, extremadamente nítidas con tres dedos de ancho y 30-40 cms de larga.
La parnahyba o Pernambucana, una de las más usadas entre los capoeiristas, su la cuchilla era de hoja delgada. A la pernambucana también se la llegó a conocer vulgarmente entre los malandros como faca de arrastro, una alegoría al tiempo que se necesita para arrastrarla fuera de la vaina. Este es el tipo de cuchillos era similar a la que usaba Lampião. Existían muchos más estilos, pero aquí sólo he nombrado los favoritos de la época.
Un dato curioso es como Marchantes, un asesino profesional introducía su faca durante un par de días entre ranas Cururú (Bufus Marinus), para lograr un efecto tóxico.
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