Este pasaje de la infancia del mestre Pasthina redactado por el mismo, está publicado en el libro titulado capoeira: el aprendizaje de un modo de ser, del escritor Pavarotti.
Cuando yo tenía diez años de edad, era pequeñín, y otro niño más grande y con más edad que yo se tornó mi rival. Solamente con salir a la calle, por ejemplo, a hacer la compra, siempre nos pegábamos. Sólo sé que en todas las ocasiones era derrotado.
Contaba además el otro niño con el apoyo de su madre, que le incitaba a golpearme más. Al volver a casa, además era regañado por mi madre por traer la ropa desgarrada y haber tardado demasiado. Entonces iba a llorar de tristeza y vergüenza.
Un día desde la ventana de una casa, un viejo africano asistió a nuestra pelea:
-Ven aquí- me dijo viendo que lloraba de rabia.
-Tú no puedes con él por ser más grande y de más edad, el tiempo que pierdes llorando, ven conmigo que te voy a enseñar cosas de más valía- Fue eso lo que me dijo y yo fui.
Él arrastraba los muebles de la sala y dejaba un espacio libre donde me enseñaba a jugar capoeira. Todos los días un poco y aprendí todo. Él acostumbrada a decir:
-No provoques, despacio, él es sabedor de lo que tú sabes-
Un año después encontré al chico en la calle. Él me preguntó:
-¿Estabas viajando ó te escondías de mí?- Entonces yo respondí.
La madre del niño ya estaba en la puerta, sonriendo, esperando ansiosa el inicio del espectáculo, convencida de que su hijo ganaría la batalla. Pero ocurrió justamente lo contrario.
Así el chico levantó la mano para defenderse del golpe, con un solo golpe le mostré de lo que era capaz. Él dejó de ser mi rival. El chico se convirtió hasta en amigo mío, de respeto y admiración. El viejo africano se llamaba Benedito.
Recuerdos de Pastinha.
sábado, 23 de abril de 2011
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